Muchas veces al elegir un producto nos dejamos llevar por lo primero que leemos, si dice light, bajo en grasa, sin azúcar, cuántas calorías tiene o la cantidad de carbohidratos, proteínas y grasas que posee.
Sin embargo, hay mucho más en una etiqueta a lo que le debemos prestar atención, más que a la portada misma o la tabla nutricional.
Aquí te enseñaremos cómo leer correctamente una etiqueta nutricional.
Además, en la app de Fitia puedes escanear el código de barras de tus productos y encontrar sus atributos (por ejemplo, podrás ver si es alto en sodio, en azúcares, en fibra, etc.). Así leer su información nutricional será más fácil. Descárgala gratis aquí.
No. La portada nos da una idea del contenido del producto, nos dice qué es, más no lo es todo.
De hecho, existen estudios que han observado que los consumidores, en su mayoría, le prestan mayor atención a la portada que a la tabla nutricional misma o a los ingredientes, lo que resulta siendo un error (1, 2, 3)
Quizá en la portada podemos encontrar términos como "light" o "bajo en grasa", "bajo en azúcar", libre de gluten, etc. Pero, tener estas denominaciones no lo hace automáticamente el mejor producto o el más saludable. Es importante resaltar algunas diferencias que pueden resultar confusas en la misma.
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Son muchos los que no le prestan atención a esta parte, sin embargo es una de las más importantes. Los ingredientes te indican qué estás consumiendo realmente y, aunque no lo creas, también te indican en qué cantidad (3, 4).
Cuando leas los ingredientes, los más importantes son los primeros 3 en la lista.
Ello es porque los ingredientes son enlistados de tal forma en la que el ingrediente principal, es decir el que va en mayor cantidad, se enlista primero y luego el segundo en mayor cantidad y así sucesivamente.
Un ejemplo clásico de esto son los panes integrales, cuando lees los ingredientes, se observa que el primero y principal ingrediente es la harina de trigo fortificada, más no integral y en el 4to o 5to lugar un poco de salvado de trigo. Por ende, ese no sería un pan integral de verdad, sino un pan de harina blanca con un adicional de salvado.
El error más común al momento de leer una etiqueta, es fijarnos en las calorías y macros por porción, pero no vemos cuántas porciones vienen en el empaque (3).
Digamos que son 120 kcal por porción, pero vienen 3 porciones por empaque y esa parte no la leíste, entonces, en vez de consumir 120 kcal estás consumiendo 360 kcal.
Por ello la importancia de prestar atención al número de porciones por empaque.
Otro erro común y similar al anterior, es que vemos el valor nutricional por 100g y quizá la porción es de 200g o quizá de 30g, por ende, al no prestar atención al tamaño de la porción, podemos distorsionar el valor nutricional de la misma (5).
En la sección de grasas generalmente encontrarás 4 tipos: trans, saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas.
Las grasas trans son las de peor calidad y conocidas como "no saludables". Estas, cuando son consumidas en exceso, afectan la salud cardiovascular ya que tienen un efecto sobre los niveles de colesterol, donde aumentan el colesterol LDL (colesterol "malo") y disminuyen el HDL (colesterol "bueno") (6, 7). Es recomendable evitar productos que contengan este tipo de grasas.
En segundo lugar se encuentran las grasas saturadas, en donde se recomienda limitar su consumo ya que ciertos estudios también la asocian con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Se aconseja limitar su ingesta a no más del 10% de las calorías totales del día.
Luego se encuentran las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, las cuales son consideradas "grasas saludables" y generalmente los encontramos en las grasas de fuente vegetal (semillas, frutos secos, etc). Cabe resaltar que no muchos etiquetados el detalle de este tipo de grasas en los productos.
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Se recomienda limitar el consumo de sodio a menos de 2,300 mg por día.
El exceso de sodio puede aumentar la presión arterial porque retiene el exceso de líquido en el cuerpo. Esto puede producir cuadros cardiovasculares, cerebrovasculares, insuficiencia cardiaca y hasta daño renal.
Respecto al colesterol, durante años, se creía que el consumo de este a través de los alimentos aumentaba el nivel de colesterol en la sangre, ocasionando un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, las investigaciones hasta la fecha no respaldan este argumento (10). Es por ello que diversos países (como EEUU) eliminaron la recomendación máxima de 300mg/día de colesterol.
De todas formas, es importante señalar que la mayoría de los alimentos ricos en colesterol también tienen un alto contenido de grasas trans y saturadas y, por tanto, pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares
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Los carbohidratos son nuestra principal fuente de energía durante el día. Generalmente dentro de este campo se encuentran la fibra y azúcares.
Es recomendable elegir alimentos que tengan un adecuado nivel de fibra. Este componente está relacionado con una mejor salud intestinal, mejor control de niveles de azúcar en la sangre, control del apetito, pérdida de peso e incluso la asocian con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer (por ejemplo, cáncer de colon).
El consumo recomendado de fibra es de 14g por cada 1,000 kcal consumidas.
Por otro lado, es recomendable limitar el consumo de azúcar y productos altos en ella. Pues, se ha observado que son los azúcares añadidos los que, en exceso, pueden afectar la salud de las personas e inclusive aumentar el riesgo de padecer de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes (8, 9).
El consumo recomendado de azúcares añadidos, según la FDA, se establece en a menos del 10% de las calorías totales. Es decir, si consumes 2,000 kcal, como máximo 200 kcal deberán ser provenientes de azúcares, lo que equivale a 50 gramos. Es importante saber que 1 gramo de azúcar aporta 4 kcal (11).
Es importante resaltar que la recomendación anterior solo incluye a los azúcares añadidos y no los azúcares encontrados naturalmente en los alimentos (como en las frutas).
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La proteína es un macronutriente esencial, no solo para el desarrollo de tejidos musculares, sino también para un buen funcionamiento del sistema inmune, transporte de nutrientes y metabolismo
Asimismo, la proteína nos ayuda a controlar el apetito por regular nuestros niveles de leptina (hormona de la "saciedad").
Prioriza los alimentos que sean altos en este macronutriente.
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