Si te has interesado un tanto en la nutrición y alimentación o estás buscando perder grasa corporal, probablemente hayas escuchado que el déficit calórico es necesario para lograrlo. Pero ¿exactamente qué significa y por qué se le vincula tanto con la pérdida de grasa? ¿Realmente funciona o es uno más de los tantos mitos que existen en esta industria?
Buenas noticias: el déficit calórico funciona para la pérdida de grasa. En realidad, este no es un concepto nuevo ni una dieta de moda, sino que hace referencia a un consumo menor de energía con respecto a los requerimientos individuales de cada persona. En este artículo ahondaremos en qué es y cómo utilizarlo para que sea efectivo y saludable.
Recuerda que puedes usar el app de Fitia para realizar un déficit calórico de manera adecuada y siguiendo los pasos que explicaremos a continuación. Descárgala gratis aquí.
El déficit calórico, también conocido como déficit energético, se refiere a consumir menos calorías de las que uno gasta (o gastar más de las que consumimos).
Con ello, nuestro cuerpo recurre a nuestras propias reservas de energía para cubrir el “déficit” que hemos creado. Para esto, nuestro cuerpo oxida las reservas de grasa y libera energía para mantener el equilibrio energético (acorde a la primera ley de la termodinámica). Gracias a este proceso y a la oxidación de nuestras reservas de grasa, nuestro peso se reduce.
Para entender mejor este concepto es necesario entender que para poder funcionar de forma adecuada, el cuerpo humano utiliza cierta cantidad de energía diariamente. A este concepto se le conoce como gasto calórico o energético. Dicho expendio de calorías se da a través de tres componentes (1, 2):
La siguiente infografía te ayudará a visualizarlo mejor:
Así pues, la suma de todos estos componentes dará como resultado la energía que cada individuo gasta en un día.
Luego, si los alimentos que ingerimos durante el día nos aportan una cantidad de calorías igual a las que gastamos, estaríamos consumiendo lo que se denomina como “calorías de mantenimiento” debido a que lograremos un equilibrio energético. Esto hará que mantengamos un peso estable en el tiempo. Ni que aumente, ni que disminuya.
Por el contrario, cuando los alimentos que se consumen en un día aportan en total menos calorías de las que gastamos, logramos un déficit energético. Esto, como consecuencia, hará que el organismo empiece a recurrir a las reservas (especialmente de grasas) como fuente de energía. Sin embargo, es importante destacar que es necesario hacerlo utilizando las herramientas adecuadas para evitar consecuencias negativas como la degradación de masa muscular.
Como lo hemos visto antes, para alcanzar un déficit calórico es necesario que conozcamos primero cuánta energía utilizamos. Es importante recalcar que el gasto energético total de cada individuo es distinto pues depende de características como el sexo, la edad, la talla y el nivel de actividad física, etc.
Existen diversos métodos para calcular el requerimiento energético, siendo la calorimetría indirecta el más preciso hasta el momento (3,4). Sin embargo, es una técnica difícil de acceder, ya que usualmente solo se encuentra disponible en entornos médicos especializados o en el ámbito académico (4).
Es por ello que se han desarrollado diversas ecuaciones que ayudan a predecir el requerimiento energético. La más clásica y utilizada es la ecuación de Harris Benedict, que predice el gasto energético basal y, por ello, es necesario añadirle un factor de actividad física para obtener el gasto energético total (4):
Tasa metabólica basal (BMR) varones
BMR = (10 * peso) + (6.25 * altura) - (5 * edad) + 5
Tasa metabólica basal (BMR) mujeres
BMR = (10 * peso) + (6.25 * altura) - (5 * edad) - 161
En donde:
Luego, para calcular el gasto energético total diario (TDEE), se necesitará multiplicar este BMR por un factor de actividad. Existen estimados para obtener dicho factor de actividad física según el estilo de vida que se lleve; sin embargo, estos podrían variar.
TDEE = BMR * Factor De Actividad
Este cuadro puede servir como referencia para estimar el factor de actividad física:
Categoría | Factor a multiplicar |
---|---|
Estilo de vida sedentario o ligero | 1.40 – 1.69 |
Estilo de vida activo o moderadamente activo | 1.70 – 1.99 |
Estilo de vida vigoroso o vigorosamente activo | 2.00 – 2.40 |
Tabla adaptada al español de Human Energy Requirements, FAO/OMS/UNU (5)
Así como esta, existen otras ecuaciones para estimar el requerimiento energético como la ecuación de Mifflin, Schofield, OMS/FAO e incluso algunas que recientemente han sido validadas (6). Es por ello que es importante entender que toda forma de cálculo representa un estimado más no un valor exacto. Por este motivo, es recomendable trabajar con rangos más que con números fijos.
También, puedes calcular fácilmente tu requerimiento utilizando la app de Fitia. Nosotros utilizamos una adaptación de la formula de Harris Benedict que resulta más exacta. Descárgala gratis aquí.
Una vez que se ha encontrado el requerimiento energético de mantenimiento (TDEE), es que se procede a hacer un ajuste hacia un déficit. Sin embargo, debe hacerse con precaución, pues se ha visto que realizar déficits energéticos muy severos podrían causar pérdidas indeseadas de masa muscular, mayor incidencia de lesiones, desregulación hormonal, amenorrea (ausencia de menstruación) en el caso de las mujeres, cansancio excesivo, deficiencias de nutrientes, pobre rendimiento deportivo, entre otros (7,8).
En este sentido, para conseguir una pérdida de grasa óptima se recomienda realizar un déficit energético de alrededor 500 kcal por debajo del nivel de mantenimiento (9) o un déficit de 20-25% de las calorías de mantenimiento. Por ejemplo, si tus calorías de mantenimiento (o TDEE) son de 2,500 kcal, un déficit calórico adecuado podría ser 2,000 kcal. La evidencia parece sugerir que manteniendo este rango de disminución, no se incurriría en consecuencias negativas ni supondrán cambios muy extremos que no puedan ser mantenidos en el tiempo.
Algunas personas optan por mantener el déficit energético constante durante la semana y otros optan por hacerlo de manera intermitente (por ejemplo, los fines de semana consumir tu nivel de caloría de mantenimiento). Los estudios hasta la fecha muestran que no hay diferencias significativas en la pérdida de peso, masa grasa y parámetros bioquímicos como niveles de glucosa e insulina cuando se comparan estas dos estrategias de déficit intermitente versus déficit continuo a lo largo del tiempo (10). Cabe resaltar que el déficit energético semanal de ambos escenarios tiene que ser el mismo para conseguir resultados similares. En este sentido, la recomendación es que se recurra a la manera que más adherencia genere en la persona, pues de esta forma se garantiza que el proceso se mantenga por más tiempo. De hecho, se ha visto que un enfoque flexible en la alimentación tiene mejores resultados en la pérdida de grasa que un control muy estricto (11).