El ayuno intermitente ha estado en el foco de atención del mundo de la salud y la nutrición desde hace ya un tiempo. Por eso, es probable que hayas escuchado que se le atribuyen beneficios como prevenir enfermedades o que es el método que debes probar si estás buscando perder algo de peso.
Entonces, ¿deberíamos empezar a ponerlo en práctica? Sin duda, el ayuno intermitente tiene beneficios, pero así como no existen las “tallas únicas”, también es posible que no sea la mejor opción para ti.
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Es posible que estés pensando que el ayuno intermitente es la nueva dieta de moda. Sin embargo, en realidad se trata de un patrón de alimentación en el que se controlan los períodos en los que se come y en los que no (momentos de ayuno).
A diferencia de una prescripción dietética, este no te indica qué alimentos comer ni en qué cantidades hacerlo, sino cuándo comerlos. Lo que se consuma durante los horarios de comida dependerá enteramente de cada uno.
Existen distintas formas de poner en práctica el ayuno intermitente. Entre las más comunes se encuentran (1,2):
Sobre el ayuno intermitente (AI) se dice mucho. Por ello, a continuación te contaremos si los principales beneficios atribuidos al ayuno están respaldados por la evidencia científica o no.
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Este es uno de los beneficios más atractivos y por los que muchos despiertan un interés en esta práctica. Pero ¿qué dice la evidencia?
La revisión sistemática y metaanálisis de Allaf et. al. 2021 es una de las referencias más elaboradas al respecto. Esta evaluó el efecto del ayuno intermitente (AI) sobre la reducción del peso, índice de masa corporal (IMC) y circunferencia de cintura (2). Lo que encontró fue lo siguiente:
Además, los autores establecieron que una reducción del 5% o más en dichos indicadores podría ser considerado relevante a nivel clínico, es decir, que generaría efectos positivos para la salud. Sin embargo, no se vio relevancia clínica en ninguno de los casos.
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Se considera que este efecto se produce debido a que al estar en períodos de ayuno prolongados, los niveles de glucosa en sangre disminuyen (debido a que no hay ingesta de alimentos) y consecuentemente también disminuyen los niveles de insulina, la hormona necesaria para la utilización de la glucosa como fuente de energía. Estos bajos niveles de insulina sostenidos promoverán la sensibilización de sus receptores celulares, logrando que el uso de la insulina sea más eficiente y mejorando así el cuadro de azúcar elevado, es decir, cuadros de diabetes mellitus (3).
Por ello, algunos estudios han mostrado que el ayuno intermitente tiene efectos positivos sobre variables como niveles de glucosa en sangre, hemoglobina glucosilada, insulina post-prandial y sensibilidad a la insulina (3,4). Sin embargo, otros no observan diferencias significativas (3,4). La diferencia en los resultados principalmente se debe a que los estudios utilizan metodologías distintas y que hay muchas limitaciones en su calidad como ser de duración muy corta o tener un número muy reducido de participantes (3,4,5).
Además, es importante mencionar que cuando se compara el efecto de distintas formas de practicar el ayuno intermitente (como ayuno 16/8 vs ayuno en días no consecutivos) no se encuentra ninguna diferencia significativa. Además, lo que es aún más interesante, es que la evidencia tampoco parece encontrar diferencias contundentes entre el efecto del AI y el de intervenciones de restricciones calóricas consecutivas (es decir, una dieta con horarios normales en la que se hace un déficit calórico) (3,4)
Otro de los beneficios más frecuentes atribuidos al AI es su poder para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Se propone que lo logra a través de una reducción en los niveles de triglicéridos, colesterol total, colesterol LDL y presión arterial.
Para determinarlo, una reciente revisión sistemática y metaanálisis tuvo como objetivo identificar si el ayuno en realidad traía dichos beneficios para la salud cardiovascular. Para ello, seleccionó 18 ensayos clínicos aleatorizados (el tipo de diseño experimental con mejor nivel) que sumaban 1125 participantes con riesgo cardiovascular (siendo el sobrepeso y una historia de enfermedad cardiovascular los criterios de inclusión más comunes) (2).
Los resultados mostraron que, en efecto, el AI genera una disminución estadísticamente significativa en el colesterol total de las personas con riesgo cardiovascular (sólo cuando se comparaba con el grupo de personas que no recibió intervención alguna), pero que no hubo efecto para colesterol LDL, HDL ni triglicéridos (2). Resultados similares a los que encontró un metanálisis previo (2018) en pacientes obesos, en quienes los valores de colesterol total y c-LDL disminuyeron pero no hubo diferencias con una restricción calórica continua (5).
Esta es una de las preguntas más frecuentes y en realidad, debemos aclarar que la respuesta es muy subjetiva pues la evidencia científica no es concluyente con respecto a si tiene mayor adherencia que otros cambios en la forma de alimentarse (2,7,8).
Entonces el AI puede ser una práctica útil si es que se adapta a tu estilo de vida, a los objetivos de salud que estés persiguiendo y sobre todo, si no presentas ninguna condición que te haga más susceptible de padecer efectos secundarios causados por el ayuno (que veremos más adelante).
Puedes darle una oportunidad si:
Ahora que ya conoces sus posibles beneficios, es importante que también sepas que el ayuno intermitente no está recomendado para todas las personas, especialmente si se padece de ciertas enfermedades o se consumen algunos medicamentos. Entre los posibles efectos no deseados se encuentran:
Estos cinco efectos suelen ser consecuencia directa del cambio mismo en el patrón alimentario, dado que la mayoría de personas no estamos acostumbradas a pasar tiempos largos sin consumir alimentos. La buena noticia es que estos efectos suelen desaparecer una vez que te has adaptado a la nueva forma de comer (alrededor de un mes de empezar a practicar el ayuno) (1).
Si estás acostumbrado a hacer 3 comidas principales al día y además, merendar en una ventana muy amplia de horas, te recomendamos que hagas primero un periodo de adaptación, es decir, empezar con menos horas de ayuno para la restricción diaria o una reducción de calorías menos abrupta en las semanas iniciales del ayuno en días alternos (1).
Sin embargo, existen otro tipo de efectos secundarios que se encuentran ligados a las características de la persona. Entre estos podemos mencionar:
La evidencia científica sugiere que el ayuno intermitente podría ayudar a reducir el peso corporal, mejorar la sensibilidad a la insulina y promover una mejora en el perfil lipídico que se relacionan con menor riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares respectivamente. Sin embargo, se ha visto que no lo hace en mayor medida que lo que lograría una restricción calórica continua (2,3,4,5,6).
Entonces, si alguno de tus objetivos está relacionado a los que hemos mencionado arriba y el ayuno intermitente te parece una opción fácil y práctica con la que podrías mantenerte constante, esta podría ser una muy buena opción para ti. Sin embargo, si te pareciera algo muy difícil de lograr, podrías optar por seguir otro método que también te permita alcanzar un déficit calórico, sin esforzarte de más por mantener un ayuno prolongado. Si aún no tienes claro qué es un déficit calórico y cómo aplicarlo, ingresa a esta entrada del blog.
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